Tuesday, February 14, 2006

He aquí un texto que jamás vio la luz en el lugar para el que fue escrito... A alguno de los editores se le antojó probar el DMT cuando leyó estas líneas y no quiso que eso mismo pasara con los niños que suelen leer el suplemento.

DMT
DMT es una droga cuyas siglas pueden no decir nada para el no iniciado, pero para quienes la conocen, la han probado o la han estudiado parecen significar todo.
"Para aquellos que aún intentan aplastar el ego en el olvido y descubrir el extremo mismo de lo que significa ser capaz de sentir, la DMT es la única respuesta. No puede ser descrita en términos de magnitud, resulta más sensato concebirla como una verdadera llave hiperdimensional", afirma el investigador Douglas Rushkoff en su libro "Cyberia: Life in the Trenches of Hyperspace" (Clinamen Press, 2002).
Se trata de un alcaloide presente en diversos géneros de plantas de origen europeo o asiático y en algunas de las plantas sudamericanas con las que se prepara el yopo y la ayahuasca.
Sus siglas provienen de su nombre químico: dimetriltriptamina. La rapidez con que se presentan sus efectos y su corta duración le merecieron ser llamada durante los años 60 como "businessman's trip" (viaje del hombre de negocios).
En "Historia de las drogas", de Jean-Louis Brau (Bruguera, 1973), el psiquiatra Allan Wats describe sus efectos de la siguiente manera:
"Es como ser disparado desde la punta de un cañón atómico (...) El efecto puede ser la transportación instantánea hacia otro universo en un viaje sin tiempo. La DMT es muy interesante y extremadamente intensa, pero no necesariamente placentera".
Esta droga es difícil de conseguir en el mercado negro; su costo es elevado porque no resulta económico sintetizarla en pequeñas cantidades. Muchas personas han oído hablar de este psicoactivo, pero pocos parecen saber dónde encontrarlo.

Una experiencia
Pablo I. sí ha probado la DMT. Supo de su existencia porque acostumbraba leer mucho sobre drogas. La DMT le atrajo por ser de las drogas visionarias más famosas, por lo radical de sus efectos y lo breve del viaje.
¿Cómo lo conseguiste? ¿Fue fácil o difícil conseguirlo?
No lo busqué. Vino a mi chava y a mí. Una mujer que conocimos quiso hacernos un regalo y nos dio a elegir entre LSD, 2CB y DMT, una dosis por cabeza. Sin pensarlo demasiado, elegimos DMT. La dificultad para conseguirlo, el alto precio y, más que nada, lo que habíamos leído sobre sus efectos nos hicieron inclinarnos por esa opción.
¿Por qué decidiste que lo probarías? ¿Qué buscabas?
Me considero una persona farmacófila. Psicofarmacófila, para ser más precisos. Dicho en cristiano: me gustan las drogas. A la gente le gusta la comida francesa, el cine, los viajes en barco. Cada quien tiene sus preferencias. Las mías son, entre otras, el consumo de drogas. Muy especialmente de las visionarias, también llamadas "enteógenas", "psicodélicas" e incluso "alucinógenas". Por eso, una vez que tuve la oportunidad de probarlo, no lo dudé: era un regalo precioso. En las drogas visionarias en general, y en la DMT en particular, busco varias cosas: conocimiento, nuevos puntos de vista, comprensión, belleza.
¿Cómo fue tu experiencia?
Lo tomamos en el cuarto de la amiga que nos invitó. Por turnos. Primero yo y luego mi chava. La anfitriona no fumó. Preparamos todo y empecé a fumar. Primero que nada me recordaba a las sensaciones que experimento cuando como hongos enteógenos. Yo sabía de la potencia impresionante de la DMT, y me pareció bastante suave comparado con mi expectativa.
Ese día en la mañana había estado varias horas en el mercado de la Ciudadela viendo artesanías, y de pronto aparecían ante mis ojos cerrados todos los motivos que mi mente había ido recogiendo allí.
Animales fantásticos y patrones geométricos, todo en un entramado que podía acercar o alejar a voluntad, y fuera cual fuera la distancia a la que lo veía, seguían apareciendo motivos artesanales. A veces eran bestias terribles las que veía, pero existía cierta sensación de distancia y no me causaban ningún tipo de miedo: sólo las observaba en su geométrica y colorida belleza.
Abrí los ojos y le dije a nuestra anfitriona que me esperaba que el viaje hubiera sido más fuerte, y ella dijo que seguramente no me lo había fumado todo, ya que debería de ser realmente intensa la experiencia, así que volví a fumar. Y era cierto.
De pronto, el tiempo se detuvo por completo. Espacio y tiempo estaban poblados, y no había nada hueco ni vacío. En las paredes, blancas en la sobriedad, crecían dibujos muy estilizados y geométricos de guerreros. Yo tenía la sensación de experimentar un periodo de tiempo grande como presente, y al mismo tiempo ese presente me parecía una forma de eternidad.
Todo esto es muy difícil de explicar, y son aproximaciones que el lenguaje de "Mundoplano" me permite para nombrar las cosas del mundo que se vive en el arte o las drogas visionarias, que siento son dos facetas del mismo fenómeno: un mundo infinitamente más rico e indefinido que el que acostumbramos habitar.
Las dos chavas parecían seres de leyenda, o de película fantástica. Aventureras semianimales o semiarbóreas, a veces provenientes de lejanísimas edades. Y sobre nosotros, cubriéndonos, protegiéndonos, había una pareja, india e indio, vestida de blanco; la india con un niño en brazos. Ella un poco más distante, él como una bóveda sobre nosotros tres.
Pasaron muchas cosas más; sólo algunas permanecen en mi memoria. En un espacio y un tiempo infinitamente poblados no es posible aprehender ni recordar todo. Sólo recuerdo que no paraba de sonreír, y que mi cara se quedaba pequeña ante lo enorme de mi sonrisa. Y es que no era para menos: estaba viviendo, experimentando un mundo al que antes sólo había echado vistazos.
Sólo sé que de repente se acabó. El minuto presente y eterno se acabó. Debió de durar entre uno y cinco minutos para ellas; para mí, no había reloj que lo midiera. Durante unos veinte minutos o media hora seguí sintiendo efectos residuales, pero ya estaba definitivamente de vuelta.
¿Lo volverías a probar?
Claro que sí. Porque me gustan los visionarios. Porque me gustó la experiencia. Porque me llena de curiosidad el mundo que me hace ver. Porque sólo tengo una vida, y considero que tengo que vivirla de la mejor manera posible. Porque tengo el sabor de su humo grabado en la memoria. Porque representó un antes y un después. Porque estoy vivo.

Algunas referencias
-La descripción de un viaje de DMT hecha por Terence McKenna en "Time and mind" ). McKenna es autor del libro "El manjar de los dioses" (Paidós, 1993).
-La enumeración de las plantas en las que ha sido reportada la presencia de DMT escrita por Johathan Ott en "Pharmacoteon" y en "Ayahuasca analogues", ambos publicados por Natural Products Co.
-El registro sobre la aparente comunicación con entidades incorpóreas inducidas por la dimetriltriptamina, con abundantes testimonios, que efectuó Peter Meyer.

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