Thursday, April 08, 2004

Perdón por este retraso de más de un mes. Para reivindicarme aquí les traigo una recomendación musical que hará las delicias de los fanáticos del sonido brasileño en la electrónica. Un disco que no debe faltar en sus fonotecas.

LA HERENCIA DE UN INNOVADOR

Suba pertenece a un grupo de renovadores de la música brasileña cuyas aportaciones han sido pocas (aunque sustanciosas), debido a que el infortunio ha metido sus narices para dejar inconclusas sus biografías.

Chico Science, creador del “mangue”, una fusión de rock, hip hop y ritmos brasileños, murió a los 30 años en un accidente automovilístico; Rafael Rabello, considerado uno de los guitarristas más grandes de todos los tiempos, falleció a los 33 años (según unos, de un paro respiratorio; según otros, de sida), y Suba murió de asfixia a los 36 años tras un incendio ocurrido en su casa-estudio.

¿Pero quién fue Suba? Era el nombre que había adoptado Mitar Subotic, músico originario de la ex Yugoslavia que, apenas conoció Brasil, decidió declarar abiertamente su pasión por ese país y sus ritmos...

Entonces decidió autonombrarse Suba. Así se le conocía, así firmaba sus creaciones y producciones, y así nos referiremos a él.

Suba llegó a São Paulo a los 29 años con una beca de la UNESCO. Su intención era clara: enriquecer su visión de músico y productor con las tonalidades y conceptos que caracterizaban la música brasileña. Ya instalado, puso su sensibilidad a trabajar: estimulado por el sentimiento y el color de lo que escuchaba, empezó a crear ambientes y texturas que rezumaban cadencia e innovación. Pronto comenzó a ser conocido por esa habilidad y a ser requerido en la producción de materiales para teatro, desfiles de modas y publicidad. Pero fue hasta su trabajo como productor del disco Tanto Tempo de Bebel Gilberto que Suba comenzó a figurar fuera de las fronteras brasileñas.

São Paulo Confessions, su primer álbum como solista, sólo necesitó ver la luz para comenzar a ser alabado de todas las maneras posibles por críticos, músicos y melómanos. La diversidad étnica, la elegancia ultramoderna y las injusticias sociales que pueden hallarse en esa megalópolis le habían inspirado para componer 12 tracks en los que se entreteje de manera virtuosa el ruido con la melodía, el sentimiento brasileño con la precisión de los sintetizadores y las cajas de ritmos, la samba callejera con el tecno. Se trataba, pues, de un álbum con los ingredientes necesarios para fijarlo en la memoria musical de Brasil y del mundo a pesar de la muerte de su autor el mismo año en que fuera editado.

“La música brasileña es tan rica que conforma un planeta en sí misma. Cada 500 kilómetros hay un nuevo ritmo, un nuevo estilo, auténtico, delicioso, único”, solía decir Suba sobre su percepción de la naturaleza rítmica del país que lo adoptara. Y en São Paulo Confessions se preocupó por plasmar esa devoción y aportarle su vueltecita de tuerca.

Entre quienes contribuyeron con su talento para hacer extraordinario este álbum se encuentran el percusionista João Parahyba y la cantante Cibelle, además de las intervenciones de otros vocalistas invitados, como Katia B., Taciana, Joana Jones y Arnaldo Antunes, y las guitarras de Roberto Frejat y Edgar Scandurra.

Todos ellos forman parte de un disco que fue descrito en su momento como un puente al nuevo milenio, algo que sería escuchado y estudiado los años siguientes, en parte gracias a que uno tiene la impresión, mientras lo escucha, de estar viajando a territorios desconocidos y misteriosos que nos impresionan, nos seducen, nos atraen...

Si usted se siente atraído incluso antes de haberlo escuchado, podrá encontrarlo en el catálogo de la disquera Six Degrees, cuya serie viajera pretende llevar hasta nuestros oídos lo mejor de la música tradicional y contemporánea de todo el mundo, intención que, por lo menos en este caso, consigue de manera inmejorable.

São Paulo Confessions, de Suba. Six Degrees Records, cuesta 193 pesos y puede conseguirse en el departamento de World Music de Mixup.

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