Saturday, February 21, 2004

Aquí les va la recomendación sonora más reciente. Lléguenle. Apuesto que la van a disfrutar, además de que seguro van a viajar mentalmente hasta aquella tarde en que vieron por primera vez el capítulo de Don Gato en el que confunden a Benito Bodoque con el extraordinario violinista Laszlo Loszla y el rechoncho minino está a punto de pisar el escenario del Carnegie Hall gracias a un cazatalentos. En fin, provechito.


VIOLÍN CON SENTIMIENTO GITANO
Hungría es una nación pequeña en territorio, pero una auténtica superpotencia musical. Gracias a sus excelentes intérpretes ha conquistado un lugar fundamental entre los países que cuentan con tradiciones musicales de varios siglos.
La música gitana forma parte de esa tradición. Sus intérpretes han logrado crear un estilo de interpretación y han incorporado elementos de la llamada música culta occidental para transformarlos en una rica mezcla donde cualquier melodía puede tener cabida.
Un ejemplo excelente de tales resultados es Roby Lakatos (1965), violinista descendiente directo de János Bihari y de toda una familia de músicos gitanos extraordinariamente influyentes en el sonido del violín en todos los Balcanes. Para dar una idea más clara de la importancia de semejante ascendencia he de contarles que el talento de Bihari era admirado por Beethoven y Ferenc (mejor conocido como Franz) Liszt, quienes lo apodaban "El Rey de los Violinistas Gitanos" o "El Orfeo Húngaro", además de ser uno de los músicos consentidos de la corte de los Habsburgo.
Bueno, volvamos a quien nos atañe en esta ocasión: Roby Lakatos. Roby recibió instrucción musical desde pequeño y tuvo su debut ante el público apenas a los 9 años. Pero su prodigio de ejecución no sólo es resultado de un talento heredado: también se dedicó a pulirlo en el Conservatorio Béla Bartók de Budapest, para después dedicarse de lleno a repartir sentimiento en forma de música, primero a los parroquianos de "Les Atéliers de la Grande Île", un antrillo de Bruselas que llegó a convertirse en su hogar musical entre 1986 y 1996, y después a las audiencias de varias partes de Europa, Estados Unidos, Japón, Corea del Sur, Australia y China.
El disco que ahora comentamos, llamado "La Bohème" o "Lakatos", según la edición que se consiga, se afirma que hablar de Roby es embarcarse en un viaje rico en sorpresas, entre las cuales se cita la que representa que haya escogido grabar, e incluso firmar un contrato de exclusividad, con Deutsche Grammophon, la prestigiosa compañía disquera de música clásica fundada en 1898.
Su primer CD, el que ahora comentamos, fue editado por esa legendaria disquera con un repertorio que incluye obras de Kodaly, Brahms, "La Bohème" de Charles Aznavour o la música de la banda sonora de "La lista de Schindler", lo que da cuenta de la versatilidad del tal Roby, que abarca desde la música tradicional húngara hasta la música clásica o el jazz. Gracias a ese eclecticismo, Roby ha tocado con músicos como Stéphane Grapelli, Giora Feidman, Randy Brecker o Herbie Hancock.
Cada una de las piezas que conforman esta joyita posee una especie de elegancia desenfadada, esa que sólo pueden tener los músicos que no tienen ya más en que preocuparse que en regocijarse en su propio talento. Se trata, pues, de un disco apto para oídos de amplios horizontes, capaces de detectar el talento y el sentimiento incluso en sonidos inusuales por estos lares.
Y como tengo la certeza de que quienes escuchen este disco terminarán con ganas de escuchar más, de una vez les comento que su disco más reciente, "As time goes by", vio la luz en el 2002, y en él se puede disfrutar de piezas salidas de grandes películas, como "El violinista sobre el tejado" o "Había una vez en América", con arreglos de Kalman Cséki y el mismo Roby.

Lakatos (aunque también puede conseguirse bajo el título "La Bohème" en la edición alemana), Roby Lakatos and his Ensemble Play. Cuesta 24 dólares en www.amazon.com.

Friday, February 13, 2004

Ocuparé este rato de tremenda ofuscación en que el trabajo es mucho para pegar la reseña de un libro bastante estimulante, una auténtica invitación al viaje. ¿Por qué robarle tiempo a la chamba para hacerlo? Nomás por pura irreverencia. ¿Cómo ven?


LA FELICIDAD COMO ÚNICO DESTINO

Si bien resulta emocionante la idea de ir a algún sitio con un mejor clima que el del lugar donde vivimos, donde las costumbres sean más interesantes o nos produzcan algún tipo de admiración y los paisajes resulten inspiradores como ninguno hasta ese momento, a veces los viajes llegan a dejar insatisfecho a quien los realiza. ¿Pero a qué se debe semejante reacción? Quizá El arte de viajar, de Alain de Botton, tenga la respuesta entre sus páginas.

Alain de Botton se ha manifestado una y otra vez en contra de las guías que casi dictan qué hacer cuando llegamos a un lugar, y en este libro parece haberse propuesto escribir una especie de antídoto. Quizá en la persecución de ese fin incluso pudiera parecer una franca invitación a no viajar, pero su autor no pretende semejante atentado. Simplemente se propone sugerir cómo ser más felices en nuestros viajes, para lo cual se auxilia de un sustancioso batallón de escritores, filósofos y pintores.

En El arte de viajar se abordan temas que van de lo macro, como los lugares a los que viajamos, nuestras motivaciones para viajar, destinos poco usuales y esos sitios del diario cuyos atractivos solemos ignorar, a lo micro, como los asientos del tren, la manera de deletrear "jugo de manzana" en holandés o la forma de los cipreses. ¿Qué resulta de poner todo esto en un mismo libro? Un conjunto de más de 300 páginas de escritura iluminadora y estimulante que puede incluso cambiar nuestros hábitos de viaje.

Entre muchas otras cosas, este libro recomienda hacer uso de las libretitas que suelen poner a disposición del huésped en los hoteles. ¿Con qué intención? La de atrapar los pensamientos en ella, pues ahí, acostados en el silencio de la habitación, uno está en condiciones de reflexionar sobre su vida. De esa manera, el bloc de notas puede convertirse en un improvisado receptor de pensamientos intensos y reveladores.

El libro está formado de una serie de ensayos dividida en secciones (salida, motivos, paisaje, arte y regreso) en las que tienen lugar excursiones por Barbados, Amsterdam, Madrid, el desierto del Sinaí, Provenza y Hammersmith, el suburbio londinense donde vive el autor. ¿Pero de qué o de quiénes se sirve De Botton como guías si dice estar en contra de las ediciones que suelen decir qué hacer o dejar de hacer en los lugares a visitar? Nada menos que de gente como J. K. Huysmans, Charles Baudelaire, Gustave Flaubert, Alexander von Humboldt, Job, Edward Hopper o Vincent van Gogh.

También conoceremos más del libro de viajes favorito de De Botton, Voyage autour de ma chambre (Viaje alrededor de mi cuarto), de Xavier de Maistre, que en una lectura ligera puede pasar como un libro antiviajes, pero que en realidad invita a reparar en lo que ya hemos visto antes de despegar con rumbo a hemisferios lejanos.

"Nuestra propia ciudad no nos parece fascinante y, sin embargo, es el lugar a donde viajan muchas personas", apunta De Botton en concordancia con la invitación hecha por De Maistre.

Si quisiéramos develar la gran idea detrás de este libro, sin duda es la afirmación de que el mejor viaje no tiene que ver con el lugar a visitar, sino con nuestras capacidades para desprendernos de prejuicios y ataduras de cualquier tipo que nos impidan encontrar la felicidad durante el viaje.

Una sugerencia: cuando acuda a comprarlo, adquiera de una vez dos ejemplares, porque las ganas de subrayar las mejores recomendaciones, las citas más evocadoras o las referencias más interesantes serán irrefrenables; abundarán los momentos en que usted querrá hacerlo.

El arte de viajar, de Alain de Botton. Editorial Punto de Lectura, 321 págs., entre 60 y 80 pesos.